Cuán agradable y apreciadas son unas palabras suaves, dulces, que nos dicen la verdad en todo tiempo. No es que siempre tengan que endulzarnos los oídos sino hablarnos la verdad en Dios, ser palabras de bondad, de amor, de beneficio. Cuánto edifican. El proverbio nos aconseja que a la hora de compartir usemos de esa dulzura que solo puede dar el Espíritu para así añadir poder a lo que decimos. Me gusta mucho la primera parte del proverbio. Necesitamos ser entendidos, en los tiempos, circunstancias, en tantas cosas, así que nos dice que los sabios son conocidos por ese entendimiento. ¿Cómo crecemos en sabiduría? Aplicando diariamente las revelaciones, el conocimiento que recibimos, es decir, poniéndolo en práctica. Así que hoy dos peticiones, Dios ayúdanos a hablar palabras dulces y verdaderas y ayúdanos a obedecerte en todo para así seguir creciendo.
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